“Hace tiempo que no lo abrazo”,
pienso mientras lo veo tumbado en el césped, revolcándose en
el aire.
Así que me acerco y huelo su sorpresa. Entonces es cuando
detecto que ha pasado demasiado tiempo…
Me tumbo a su lado y advierto que mis rizos se van empapando
de agua pero sigo en esa postura, mirando al cielo.
-Bienvenida –me susurra doliente.
-Nunca me he ido – contesto con orgullo.
-Ya…
Cuando utiliza los puntos suspensivos, me sienta fatal, sé
que se acerca la lluvia.
Pero no contesto y comienzo a buscar palabrasdisculpa (o
palabrasguerras, que es lo mismo).
-Yolanda, estás tan absorta en tu trabajo que no te has dado
cuenta de que comienza a hacer calor y has de llevarme a cortar el pelo.
¡Zas!, cojo al vuelo la palabradisculpa adecuada, que la tengo cerca.
Pero, me paro en seco y decido no utilizarla porque en su
frase hay un sabor a angustia, y eso no lo voy a consentir.
Así que cambio mi corazón de sitio (esto se me da genial, os
lo tengo que enseñar; lo agarro con las manos y me lo pongo en el lado derecho,
el emocional, y así no soy tan agresiva, truco de bruja J ).
-Llevas razón –le contesto mientras le acaricio el lomo,
erizando su ternura – Tengo el gran defecto de que mi pasión y mi trabajo van unidos y me cuesta parar. Es
un erro porque yo no sé vivir sin ser pastora, o madre o cocinera poeta;
Mi zorro ya sonríe, incluso aúlla para demostrar
satisfacción.
Pero como es un canalla y no puede dejar de poner el
puntillazo al tema, antes de dejarme allí tirada recogiendo todas las palabras
que no he utilizado, se vuelve y me dice muy seguro:
-Dile a tu maestro, el Cubeiro, que es agotador vivir con
una persona que fluye constantemente, que a ver si tiene una pastillita para
calmar la actividad de ese cerebro…
ea…